Recreación de verso perdido de la Sala de Dos Hermanas de la Alhambra

Una de tantas maravillas de la Alhambra es la Sala de Dos Hermanas y en particular el poema de Ibn Zamrak que decora sus paredes, caligrafiado en ocho cartelas rectangulares y dieciséis cuadradas, con su correspondiente verso dentro de un círculo.

El último verso, el número veinticuatro, se perdió y fue sustituido por una copia del séptimo verso, aunque conocemos el texto por la copia que realizó Alonso del Castillo en 1564.

Yo he intentado hacer mi propia versión de este último verso utilizando el mismo estilo de letra y la misma ornamentación. A veces, en vez de copiar, quizás sea mejor reinterpretar. Si yo puedo hacer una propuesta, ¿qué podrían haber hecho los especialistas...?




أنا الروض قد اصبحت بالحسن حاليا     تأمل جمالي تستفد شرح حاليـــــــا


أباهي من المولى الإمام محمـــــــــــــد     بأكرم من يأتي ومن كان ماضيــــــا


ولله مبناه الجميل فإنــــــــــــــــــــــــــه     يفوق على حكم السعود المبانيــــــــا


فكم فيه للإبصار من متنــــــــــــــــــزه     تجد به نفس الحليم الأمانيــــــــــــــا


تبيت له خمس الثريا معيــــــــــــــــــذة     ويصبح معتل النواسم راقيـــــــــــــا


به القبة الغراء قل نظيرهـــــــــــــــــــــا     ترى الحسن فيها مستكنّا وباديـــــا



تمدّ لها الجوزاء كفّ مصافـــــــــــــــح     ويدنو لها بدر السماء مناجيـــــــــــا


تهوي النجوم الزهر لو ثبتت بهــــــــــــا     ولم تك في أفق السماء جواريــــــــا


ولو مثلت في ساحتيها وسابقـــــــــــت     إلى خدمة ترضيه منها الجواريــــــا


ولا عجب إن فاقت الشهب في العلـــى     وإن جاوزت فيها المدى المتناهيـــــــا


فبين يدي مولاي قامت لخدمـــــــــــــــة     ومن خدم الأعلى استفاد المعاليــــــا


بها البهو قد حاز البهاء وقد غـــــــــــدا     به القصر آفاق السماء مناهيـــــــــا


وكم حلة قد جللته بحليهـــــــــــــــــــــــا     من الوشي تنسي السابري اليمانيا


وكم من قسي في ذراه ترفعــــــــــــــت     على عمد بالنور باتت حواليـــــــــــــا



فتحسبها الأفلاك دارت قسيهـــــــــــــا     تظل عمود الصفح إذ لاح باديـــــــــا


سواري قد جاءت بكل غريبــــــــــــــــة     فطارت بها الأمثال تجري سواريــــــا


به المرمر المجلو قد شفت نــــــــــــــوره     فيجلو من الظلماء ما كان داجيــــــــا


إذا ما أضاءت بالشعاع تخالهـــــــــــا     على عظم الأجرام منها لآليــــــــــــــا



فلم نر قصرا منه أنعم نضــــــــــــــــرة     وأعطر أرجاء وأحلى مجانيــــــــــــــا


ولم نر روضا سنة انعم نضــــــــــــــرة     واعطر ارجآء واحلى سجانيـــــــــــــا


مصارفة النقدين فيه بمثلهــــــــــــــــــا     اجاز بها قاضى الجمال التقاضيـــا


فان ملأت كف النسيم مع الضحــــــى     دراهم نور ظل عنها مكافيـــــــــــــــا


فيملؤ حجر الروض حول غصونهــــــــا     دنانير شمس تترك الروض حاليـــــا



وبينى وبين القتح اشرف نسبــــــــــــة     فاحسن منها نسية هو ماهيــــــــــــا


Existen diversas traducciones de este poema, desde la primera de Alonso del Castillo, que incluye también el último verso desaparecido del poema:





Traducción de Emilio Lafuente Alcántara, publicada en Inscripciones árabes de Granada, 1859:

Yo soy el jardín que aparezco por la mañana ornado de belleza; 
contempla atentamente mi hermosura, y hallarás explicada mi condición.

En esplendor compito, a causa de mi señor el príncipe Muhammad,
con lo más noble de lo pasado y venidero.

Pues por Dios que sus bellos edificios sobrepujan, 
por los venturosos presagios, a todos los edificios.

¡Cuántos amenos lugares se ofrecen a los ojos! 
El espíritu de un hombre de dulce condición verá en ellos realizadas sus ilusiones.

Aquí frecuentemente buscan su refugio de noche las cinco pléyades 
y el aire nocivo amanece suave y delicioso.

Y hay una cúpula admirable, que tiene pocas semejantes. 
En ella hay hermosuras ocultas y manifiestas.

Extiende hacia ella su mano la constelación de los gemelos en signo de salutación, 
y se le acerca la luna para conversar secretamente. 

Y desearían las estrellas resplandecientes permanecer en ella 
y no tener en la celeste bóveda fijado su curso. 

Y en sus galerías, a semejanza de las jóvenes esclavas, 
apresurarse a prestar el mismo servicio con que ellas le complacen. 

No fuera de admirar que los luceros abandonasen su altura 
y traspasasen el límite fijado. 

Y permanaciesen a las órdenes de mi señor, 
por su más alto servicio alcanzando más alta honra.

Hay aquí un pórtico, dotado de tal esplendor 
que el alcázar aventaja en él aun a la bóveda del cielo.

 ¡Con cuántas galas lo has engrandecido! 
Entre sus adornos hay colores que hacen poner en olvido los de las preciosas vestiduras del Yemen. 

¡Cuántos arcos se elevan en su bóvedas sobre columnas, 
que aparecen bañadas por la luz! 

Creerás que son planetas que ruedan en sus órbitas 
y que oscurecen los claros fulgores de la naciente aurora. 

Las columnas poseen toda clase de maravillas. 
Vuela la fama de su belleza, que ha venido a ser proverbial. 

Y hay mármol luciente que esparce su resplandor 
y esclarece lo que se hallaba envuelto en las tinieblas. 

Cuando brilla herido por los rayos del sol, 
creerás que son perlas a pesar de su magnitud. 

Jamás hemos visto un alcázar de más elevada apariencia, 
de más claro horizonte, ni de amplitud más acomodada.

Ni hemos visto un jardín más agradable por lo florido, 
de más perfumado circuito, ni de más exquisitos frutos. 

Paga doblemente y al contado la suma 
que el cadí de la belleza le ha señalado.

Pues llena está la mano del céfiro desde la mañana 
de monedas plateadas de luz, que contienen lo suficiente (para el pago). 

Y llenan el recinto del jardín en torno de sus ramas 
los dinares del sol, dejándole engalanado.

Entre la victoria y yo hay la más noble semejanza; 
más aún porque la semejanza es identidad.


Traducción de Emilio García Gómez, publicada en Ibn Zamrak. El poeta de la Alhambra, 1975:

Jardín yo soy que la belleza adorna: 
Sabrás mi ser si mi hermosura miras. 

Por Mubammad, mi rey, a par me pongo
de lo más noble que será o ha sido.

Obra sublime, la Fortuna quiere
que a todo monumento sobrepase.

¡Cuánto recreo aquí para los ojos! 
Sus anhelos el noble aquí renueva. 

Las Pléyades le sirven de amuleto;
la brisa le defiende con su magia

Sin par luce una cúpula brillante, 
de hermosuras patentes y escondidas. 

Rendido le da Géminis la mano;
viene con ella a conversar la luna. 

Incrustrarse los astros allí quieren, 
sin más girar en la celeste rueda,

y en ambos patios aguardar sumisos:
y servirle a porfía a como esclavas:

No es maravilla que los astros yerren 
y el señalado límite traspasen, 

para servir a mi señor dispuestos,
que quien, sirve al glorioso gloria alcanza.

El pórtico es tan bello, que el palacio
con la celeste bóveda compite.

Con tan bello tisú lo aderezaste,
que olvido pones del telar del Yemen. 

¡Cuántos arcos se elevan en su cima,
sobre columnas por la luz ornadas, 

como esferas celestes que voltean 
sobre el pilar luciente de la aurora! 

Las columnas en todo son tan bellas, 
que en lenguas corredora anda su fama: 

lanza el mármol su clara luz, que invade
la negra esquina que tiznó la sombra; 

irisan sus reflejos, y dirías
son, a pesar de su tamaño, perlas.

Jamás vimos alcázar más excelso,
de contornos más claros y espaciosos.

Jamás vimos jardín más floreciente,
de cosecha más dulce y más aroma.

Por permisión del juez de la hermosura 
paga, doble, el impuesto en dos monedas, 

pues si, al alba, del céfiro en las manos 
deja dracmas de luz, que bastarán, 

tira luego en lo espeso, entre los troncos, 
doblas de oro de sol, que lo engalanan. 

Le enlaza el parentesco a la victoria: 
Sólo al del Rey este linaje cede.


Traducción de Emilio García Gómez, publicada en Poemas árabes en los muros y fuentes de la Alhambra, 1985:

Soy el jardín que la hermosura adorna:
verla, sin más, te explicará mi rango.

Por Mohammed, mi imam, a par me pongo
de lo mejor que haya de ser o ha sido.

Sublime es la mansión, porque Fortuna
le mandó superar a toda casa.

¡Qué delicias ofrece a nuestros ojos!
Siempre nuevo es aquí el afán del noble.

Las Pléyades de noche aquí se asilan;
de aquí el céfiro blando, al alba, sube.

Sin par, radiante cúpula hay en ella
con encantos patentes y escondidos. 

Su mano tiende Orión por saludarla; 
la luna a conversar con ella viene. 

Bajar quieren las fúlgidas estrellas, 
sin más girar por rayas celestiales, 

Y en los patios, de pie, esperar mandatos 
del rey, con las esclavas a porfía. 

No es raro ver errar los altos astros, 
de sus órbitas fijas desertores, 

Por complacer a mi señor dispuestos, 
que quien sirve al glorioso gloria alcanza. 

Por su luciente pórtico, el palacio 
con la celeste bóveda compite.

¡Qué ropa de adornado tisú echaste sobre él! 
Hace olvidar el tul del Yemen.  

¡Qué arcos hay por encima, sostenidos 
por columnas, de luz engalanadas,

cual esferas celestes que voltean 
sobre el pilar del alba cuando asoma!  

Las columnas tan bellas son en todo, 
que ya vuelan proverbios con su fama. 

Su mármol liso y diáfano ilumina 
negros rincones que tiznó la sombra,  

pues tal fulgor despide, que son perlas
dirías, a pesar de su tamaño. 

Jamás alcázar vimos tan excelso, 
de más claro horizonte y más anchura.  

Nunca vimos jardín tan verdeante, 
de más dulce cosecha y más aroma.  

Le autorizó el cadí de la hermosura 
que cambiase a la par en dos metales,  

pues si, al alba, del céfiro la mano 
llenan dracmas de luz que bastarían,  

tira luego, en lo espeso, entre los troncos 
doblas de oro de sol, que lo decoran.  

Me une un claro linaje a la victoria; 
mas un linaje, que es lo que es, le gana.


Traducción publicada por José Miguel Puerta Vílchez en Leer la Alhambra, 2010:

Yo soy el jardín que con la belleza ha sido adornado, contempla mi hermosura y mi rango te será explicado.

Por mi señor el imán Mohammed rivalizo con lo más noble por venir o ya pasado.

¡Por Dios!, su hermoso edificio supera, por ventura, a los demás que hayan sido construidos.

¡Cuánta amenidad hay en él para la vista! ¡Cómo el alma del benévolo realiza allí sus deseos!

Cinco pléyades que lo protegen tiene, y la lánguida brisa en él sublime se vuelve.

Allí está la espléndida cúpula, sin igual, cuya belleza oculta y manifiesta verán.

Orión le tiende la mano para saludarla, y la luna llena se le acerca para conversar.

Las brillantes estrellas quieren quedarse en ella, dejando en el cielo de girar,

y en sus dos patios presentarse para servir y complacer, mejor que las esclavas, al sultán.

Extraño no es que a los luceros dejen en lo alto y rebasen el límite fijado

dispuestas a servir a mi señor, pues quien al grande sirve grandezas recibe.

Con la cúpula, tal esplendor alcanza al aposento que el palacio a competir llega con el firmamento.

¡Con qué galas de adornos bordados lo realzaste que al tejido del Yemen hacen olvidar!

¡Cuántos arcos se elevan en su cúspide sobre columnas envueltas por la luz!

Arcos de esferas celestes girando te parecen que hasta el pilar de la aurora cuando despunta ensombrecen

Son columnas de todo punto insólitas sobre las que vuelan y circulan los proverbios.

Allí, el mármol pulido y reluciente, la oscuridad de las sombras ilumina.

Y cuando las columnas brillan con los rayos del sol perlas las creerás a pesar de su dimensión.

Nunca vimos palacio de más suprema apariencia, de más claros horizontes, ni con más amplio lugar de reunión.

Nunca vimos jardín de más agradable verdor, de más aromáticos espacios, ni de más dulces frutos.

En él se cambian dos monedas por su justo valor, según el juez de la hermosura permitió,

pues sí, al alba, de la mano de la brisa viene llena con dirhames de flores que suficientes son,

al reservado del jardín luego lo llenan, entre las ramas, y lo engalanan, dinares de sol.

Entre mí y la victoria hay el más noble linaje, linaje que, siendo el que es, te basta.












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