Recitado en la Alcazaba de Almería

من لم يشاور عالما بأصولـه    فيقينه في المشكلات ظنـون

Quien no pida consejo a un sabio,
certeza en lo arduo nunca tendrá.

El poema continua con los siguientes tres versos:

من أنكر الأشياء دون تيقن    وتثبت فمعاند مفتـــــــــــون
الكل تذكار لمن هو عالـــــــم    وصوابها بمحالها معجــون
والفكر غواص عليها مخرج    والحق فيها لؤلؤ مكنـــــــون

Y quien niegue las cosas sin evidencia
ni comprobación, loco obstinado será.

De todo saca el sabio lección,
aunque se mezclen certidumbre y falsedad.

pues la razón busca siempre la verdad
que, como perla, oculta en las cosas está.


Cuenta el historiador Al-Maqqari que en el siglo XIV hubo en la Alcazaba de Almería un aula de estudio en la que impartía sus enseñanzas el polifacético Ibn Luyun.

Allí recitaba este poema del malogrado Ibn al-Arif, poeta y sufí almeriense que vivió también en Zaragoza y Valencia donde fue almocrí (recitador de El Coran) y almotacén (funcionario del zoco) respectivamente, además de dedicarse a la enseñanza, como también lo hizo en Almería. 

Abul Abbas Ahmad ibn Mohammed ibn Musa ibn Ata Allah al-Mariyyi al-Sanhaji, más conocido como Ibn al-Arif o Al-Urruf, nació en Almería el 23 de julio de 1088. El apodo Ibn al-Arif (el hijo del vigilante) le venía por su padre, de origen tangerino, que era jefe de vigilancia del ejército.

Según Ibn al-Zayyat, el cadí de Almería Ibn Aswad le tenía envidia a Ibn al-Arif y consiguió que Ali ibn Yusuf, segundo emir almorávide, le reclamara en Marraquech, ya en travesía hacia Ceuta, le encadenaron por orden de Ibn Aswad, tirandose además al mar las obras que llevaba consigo. Al llegar a Ceuta un enviado del emir lo liberó, pese a eso Ibn al-Arif decidió continuar a Marraquech para conocer al emir, quien lo recibió y agasajó. Finalmente el cadí almeriense consiguió deshacerse de Ibn al-Arif envenenándole con uno de sus manjares favoritos, las berenjenas, muriendo el 25 de septiembre de 1141. El emir Ali ibn Yusuf, consciente de lo sucedido mandó entonces asesinar a Ibn Aswad. 

Se conservan cuatro obras de Ibn al-Arif a la vez que algunos fragmentos de su obra poética que otros autores y biógrafos conservaron. Su tumba se encuentra hoy día en Marraquech en Suq al-Haddadin (zoco de los herreros).

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